Home Lifestyle Fitness Un nuevo estudio ofrece una visión amplia sobre las personas que sufren de falta de sueño.

Un nuevo estudio ofrece una visión amplia sobre las personas que sufren de falta de sueño.

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Un estudio reciente indica que muchos adultos en Estados Unidos duermen menos de lo recomendado, y ciertos grupos raciales y étnicos enfrentan una situación aún más alarmante. Este análisis se basó en datos recopilados de miles de individuos que utilizaron dispositivos portátiles de seguimiento de actividad física para monitorizar sus patrones de sueño. La preocupación aumenta al considerar que la falta de sueño no solo produce fatiga, sino que también está vinculada con un mayor riesgo de condiciones graves como enfermedades cardiovasculares, demencia, diabetes, hipertensión, obesidad y depresión.

La investigación se presentó recientemente en la conferencia Scientific Sessions de la American Heart Association celebrada en Chicago. Se analizó la información de 13,204 personas que compartieron sus datos de sueño a través del programa de investigación All of Us de los Institutos Nacionales de Salud. Hasta que se publiquen los resultados en una revista científica, estos hallazgos se consideran preliminares.

La edad media de los participantes fue de 49 años, quienes promediaron alrededor de 6.4 horas de sueño por noche. En general, aproximadamente un tercio de los participantes lograron dormir entre 7 y 9 horas, que es lo que recomienda la American Heart Association para los adultos. De acuerdo con el investigador principal, Adeep Kulkarni, un 65% de los individuos estudiados no alcanzaron la meta de siete horas de sueño nocturno.

A pesar de que las mujeres y los jóvenes de 18 a 44 años durmieron un poco más que otros grupos, sus promedios se mantenían por debajo de las recomendaciones. Al observar las razas de los participantes, los blancos, que representaron el 81% del grupo, fueron quienes durmieron más, alcanzando un promedio de 6.5 horas. En contraste, las personas de raza negra, que constituían aproximadamente el 5% del estudio, solo dormían un promedio de 5.7 horas, que son 50 minutos menos que sus contrapartes blancas.

Los participantes identificados como asiáticos durmieron un promedio de 6.3 horas, al igual que aquellos en la categoría de “otros”, que representaron alrededor del 11%. Los hispanos, que conformaron aproximadamente el 6% del grupo, promediaron 6.2 horas de sueño, en comparación con las 6.5 horas de aquellos no hispanos. Durante el estudio, los datos de los dispositivos portátiles fueron contrastados con los registros médicos electrónicos de los participantes. Aquellos con hipertensión, diabetes y apnea del sueño durmieron un poco menos en comparación con los que no tenían dichas enfermedades.

El Dr. Souptik Barua, investigador principal del estudio y profesor en el departamento de medicina de NYU Grossman, resaltó que, aunque otros estudios han explorado las disparidades en los hábitos de sueño, el enfoque innovador de este nuevo análisis ofrece una perspectiva ampliada y precisa. A diferencia de los estudios tradicionales que requieren la medición de ondas cerebrales, el uso de dispositivos portátiles proporciona datos más accesibles y objetivos, eliminando sesgos potenciales derivados de la autodeclaración.

Este nuevo estudio no busca determinar las razones detrás de la desigualdad en las horas de sueño, que pueden incluir factores socioeconómicos, racismo, discriminación y estrés, como se evidencia en investigaciones anteriores. La gran cantidad de participantes y el método utilizado marcan una diferencia importante en el amplio campo del estudio del sueño, como comentó el Dr. Julio Fernández-Mendoza, experto en salud conductual.

A pesar de las limitaciones señaladas, como la predominancia de un grupo poblacional más joven y saludable, el estudio proporciona ideas significativas, especialmente en un contexto donde la tecnología de seguimiento sigue avanzando y volviéndose más accesible. Con la iniciativa All of Us desarrollando programas para brindar dispositivos en comunidades menos representadas, la futura investigación promete un crecimiento en la cantidad de datos disponibles sobre los hábitos de sueño.

A medida que más personas adopten estos dispositivos, los investigadores esperan que la acumulación de datos empuje hacia respuestas más concretas en salud basada en evidencia. Barua sugiere que las personas deberían prestar atención a sus hábitos de sueño, aprovechando la información que brindan estos dispositivos para dialogar sobre su salud con los médicos.